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Beisbol: NOTA A LA JUGADORA SANDRA DI CARLO

Sandra Di Carlo, la jugadora que se impone entre varones

(Fuente: Beisbol Argentina; cronista: Adrián Rolotti) 

Sandra Di Carlo es jugadora de Escuelas Cordobesas de Béisbol y Sóftbol y empezó, desde temprana edad, su relación con los deportes del bate. Además, Sandra se convirtió en la primera jugadora mujer en disputar un partido en la Liga Argentina de Béisbol, jugando con su equipo, Pumas, el día 4 de septiembre de 2019. En esta nota nos cuenta sobre su historia dentro y fuera de las canchas, su perseverancia, sus sensaciones sobre su debut en la LAB y sobre cómo es jugar en un equipo masculino.

– ¿Cómo llegaste al deporte?

– Empecé en el sóftbol a los 12 años en el colegio IES de Carlos Paz. La escuadra deportiva me enseñó a jugar y me gustó. Mi profe, Daniela Díaz, jugaba en el Club Dolphins y sabía mucho del deporte, nos vio capacidades y me invitó a jugar al club. Empecé a los 13/14 años y después, cuando se desarmó el equipo, me fui con Raffi Salinas al Club Teléfonos. Con el deporte pasé por Cuervos hasta que no hubo más práctica femenina en Córdoba porque se desarmó por todos lados. Y con el béisbol siempre estuve ligada porque era entrenadora de los infantiles. Un día necesitaban un jugador más, me metí a jugar con los varones y así empecé. Debe haber sido a mis 16 años, hasta más chica tal vez.

– ¿Qué te gusta más, el softbol o el béisbol?

– Me gustan los dos, son diferentes deportes, cada uno tiene su encanto. El béisbol lo tomo como algo más profesional, si se puede decir de esa forma, ya que es el que entreno todos los días. En cambio, al softbol lo practico más en torneos en los que juego con mis amigas. Actualmente estoy jugando al softbol con la Universidad de Río Cuarto, pero me queda a 300 km, así que entrenar con ellas se me hace difícil, y sólo juego en torneos, con ellas o con el equipo que me invite.

 ¿Cuántos años estuviste ligada al deporte hasta que se te dió la oportunidad de jugar semi profesionalmente? ¿Tuviste algún alejamiento en esos años?


– Estuviste relacionada con el juego también fuera de las canchas, como profesora de colegio…
– Empecé a los 12 y hace cinco años me cansé de jugar sola porque no tenía a nadie con quien hacerlo. Todavía no competía con los varones en la Liga Cordobesa, me entrenaba para jugar algún torneo de softbol en algún momento y dije “no juego más”. Fue un duelo enorme tomar esa decisión porque después de casi 15/16 años, decirle adiós a lo que hice tantos años es duro, pero bueno, la decisión me duró un año. En ese intervalo jugué al paddle, donde me rompí la rodilla. Me operé y después, cada vez que entraba a la cancha a paletear, me dolía. Yo seguía ligada a los infantiles del béisbol por los entrenamientos, me tenía que agachar a cachearle a los chiquitos y la rodilla milagrosamente no me dolía. Eso fue como una alerta que me dijo “acá hay algo raro”. También salió la posibilidad de jugar en la Selección Argentina Femenina, así que volví con la cabeza puesta en eso, con el objetivo más que claro, queriendo subir realmente mi nivel, ya como algo más serio y no tanto como un hobbie.

– Sí, antes de recibirme de profesora en el IPEF, que fue en el 2010, ya en el año 2008 Raffi me había ofrecido estar en la escuelita deportiva del La Salle con los infantiles, que fue donde arranqué. Después se me brindó un proyecto curricular en el colegio, en la parte del secundario, donde estuve varios años, hasta que el mismo colegio, por un cambio institucional, decidió sacarlo. Pero me mantuve como profe en la institución, así que yo les seguía dando béisbol dentro de mis clases. En el club (ECByS), desde el 2008 que estoy a cargo de los infantiles.

– Muchos de los chicos de ECByS eran alumnos del colegio La Salle, ¿fueron alumnos tuyos?

– Varios de mis compañeros de la Liga Argentina de Béisbol han sido mis alumnos. Es más, te diría que todos menos los extranjeros.

¿Es difícil para una mujer hacerse lugar entre tantos varones?

– No sé si es difícil. A mí no me lo fue porque siempre estuve con ellos y por mi personalidad, también. Con los chicos me fue un poco más fácil porque fueron alumnos míos y hay una determinada confianza. Ellos fueron los que a mí me abrieron las puertas y me dijeron que vaya. Para las mujeres en realidad, en general no debería de ser difícil, tienen que hacerse lugar porque tenemos los mismos derechos.

– Cambiando un poco el tema y centrándonos en tu participación en la LAB, ¿cómo se dio la posibilidad?

– Me acuerdo que en un entrenamiento acá en Escuelas nos juntaron y nos comentaron del proyecto de la LAB y preguntaron qué queríamos hacer. Primero pregunté si yo podía jugar, porque la verdad es que no sabía si reglamentariamente podía participar, y me dijeron que sí, que era parte del equipo y que iban a hacer todo lo posible para que yo pudiera competir porque yo era una más. En ese momento estaba como entrenador nuestro Gustavo Tomassini, con quien yo tenía un vínculo muy cercano y sabía que él iba a mover cielo y tierra para que yo estuviera. Por supuesto que Raffi, como manager y presidente del club, también apoyó. Él ha sido entrenador mío cuando yo he tenido 12 años, así que tenemos una muy buena relación, con mucha confianza y él confía mucho en mí y en lo que puedo llegar a hacer. Se dio la respuesta de que sí podía jugar y llegó el momento de empezar. Sabía que iba a ser difícil, por el nivel, por la velocidad de la pelota y esas cosas, pero que a su vez no sería imposible. Así que me entrené todos los días y me puse a tono con jóvenes que tienen mucho futuro por delante, y por más de que yo tengo 32 años y que el final de mi trayecto está más cerca, hasta que no diga que se acabó, no voy a parar.

– ¿Sobre lo que dijiste de que hicieron todo lo posible, a que te referís?

– No había nada escrito, y al no existir nada, la falta de reglamentación otorga. Desde Pumas tuvimos que hacer un esfuerzo económico y teníamos que estar seguros de que yo podía para empezar con ese tema. La verdad es que está bueno, yo me divierto, me lo tomo muy en serio, pero la verdad es que si me divierto dentro de la cancha es porque sé cuáles son mis limitaciones y que de a poco las voy superando. Tuve algunos turnos al bate en la LAB. El primero fueron tres lanzamientos y me fui, el segundo saque dos fouls y me comí un pelotazo también, pero siempre digo que esto es un proceso, para todos, para los managers, los jugadores, para mí. Pensamos la LAB como una realidad a dos años.

– ¿Qué sentiste cuando entraste a jugar después de luchar tantos años? ¿Sabías que te convertías en la primera mujer en debutar en el torneo?

– Emoción por seguir luchando desde lo que yo hago. Sé que para el femenino en general es toda una lucha en muchos espacios. Desde mi posición, poder decir que soy la primera mujer que ingresó como jugadora a la cancha, ya que Maggie Rodríguez fue parte del roster de Cóndores en la segunda edición aunque no ingresó, pero sé que lo va a hacer, que es la que sigue, porque se lo merece, porque entrena un montón, porque tiene tiempo en el deporte y sigue siendo chica. Pero la verdad, es que fue una emoción grande poder decir que estoy en lo más alto del béisbol en Argentina. Fueron muchos años de lucharla, de entrenar, de no bajar la cabeza y por más que hubo muchos momentos de decir “estoy cansada y no doy más”, el objetivo siempre claro en que algo iba a llegar y llegó. Todo valió la pena para vivir ese momento.

– Para ir cerrando, en muchos deportes se le está dando mayor importancia a lo que es la práctica femenina ¿qué pensás de eso?

– Sí, estamos creciendo mucho en el colectivo de las mujeres en ocupar esos espacios, y el año pasado fue muy determinante. El béisbol no se queda atrás porque se dio lo de la selección femenina, más allá de que ahora está medio parado y de que hay un montón de trabas de por medio que no dejan progresar, sé que en algún momento se va a dar. Como todo proceso, lleva su tiempo de pensamiento, ejecución y va a dar sus frutos. A nivel provincial, en Córdoba tenemos un grupo grande de chicas y la idea es seguir creciendo y poder armar nuestra liga femenina, primero de mayores y poder ir armando un semillero de jugadoras, para que cuando las viejas nos vayamos retirando de las canchas, haya una camada que tome nuestro lugar.