El fútbol al igual que otros deportes presenta una variada manifestación de estilos de juego. Los gustos de cada uno lo alinean con alguno de esos estilos.
En nuestro caso personal el fútbol que nos identifica está emparentado con el juego asociado, atildado el que busca el ataque y que tiene una estética que busca la belleza de las acciones colectivas o individuales.
Es cierto que los patrones de belleza están atados a los estereotipos de cada uno, pero también es cierto que hay una conciencia colectiva que en general adhiere a un standard.
Así, equipos como Brasil del ‘ 70 o del ‘ 82, Holanda del ‘ 74, Huracán del ‘ 73 y del ‘ 09, Independiente del ‘ 82 entre otros han tenido la aceptación masiva del público.
Este Lanús de 2016 aparece para recorrer ese camino. La mayoritaria identificación con su juego ha referido a aquellos equipos amigos del buen gusto.
Salvando las distancias, en la final del mundial de 1970 un Brasil que jugaba en todos los sectores de la cancha, que marcó goles de gran factura con acciones de juego brillantes ganó la final convirtiendo cuatro goles apabullando al rival.
Este fin de semana, Lanús hizo lo mismo, goles de gran factura, juego por momentos brillante y cuatro goles aplastando al contrincante.
A quienes se identifican con ese fútbol, este Lanús les brinda la satisfacción de vincular los gustos con el triunfo.
Celebremos a un equipo que puede poner en el rubro de logros al mismo nivel la excelencia de su juego y la concreción del título.
Jugaron lindo y ganaron, ¿qué más se les puede pedir?.
