(Por Walter Alejandro Molezzi ; @deporteargplus ; @AleMolezzi; fotos: Deporte Argentino Plus)
Posiblemente cuando uno se refiere a esta clase de atletas, aunque busque poder darse cuenta del momento, no llega tampoco a tomar real dimensión de algunas de las cosas que suceden alrededor del evento, de la persona de quien se trata y de uno mismo. Porque el rol de periodista, no me inhibe lo que siento como espectador y persona común y también puedo encontrarme «encantado» por el efecto que el personaje produce. Y eso es lo que pasa con Usain Bolt, este deportista que se hace centro de todas las miradas.
Además de competir, el jamaiquino brinda un show. Desde el momento en que se presenta la prueba en la que va a participar hasta que termina de dar la última nota en el sector de prensa, es difícil no quedarse hipnotizado por su carisma.
Porque de eso se trata, de usar su capacidad deportiva y captar la atención de todos, en provecho del espectáculo. Y la gente se lo agradece.
Cuando los distintos competidores o equipos van haciendo su presentación, la masa que asiste al estadio, en su gran mayoría, empieza con el «Úsain Bolt, Úsain Bolt» que trona en el Engenaho y con su aparición sonriente se produce ese «encantamiento» al que hice referencia.
Difícil es observar a otro competidor, imposible es acordarse que la sed invita a comprar alguna cerveza (se venden miles y miles en cada estadio durante los eventos), sólo uno mismo se da permiso para preparar las cámaras de fotos o los celulares, con el objeto de captar imágenes de este ÚNICO ícono y mito del atletismo de todos los tiempos.
Todas las miradas desembocan en él, toda la energía queda concentrada en él, todo el momento queda supeditado a él.
Y lejos de cargarlo de responsabilidad, eso lo libera, lo suelta, lo desinhibe de tal forma que en la previa parece que no estuviera concentrado y en competencia parece que gozara a los rivales, que los cargara. Sin embargo no es así, todo eso es parte de la puesta en escena que rodea su producción.
Sonríe, hace gestos, saluda a muchos antes de la largada, prepara su salida, con mística pero alegremente, no le cuesta, es lo que siente hacer. Y llega el momento ….. todos los presentes en el estadio hacen un silencio tan expresivo que es como si gritaran y en el que, inclusive, retienen la propia respiración …. y ….. largaron ….. y al reconocido no buen comienzo, le sigue el enderezar la marcha aprestándose a la rutinaria, lógica y segura victoria. Porque si participa, gana.
Y allí sigue la segunda parte del show, con las poses para fotos, las selfies con los espectadores, las banderas, los cánticos, los pasos de baile, la nueva vuelta completa a la pista del Estadio, ahora para agradecer el apoyo, el cariño y la devoción.
En cada paso, un gesto. En cada metro, una actuación. Sin dejar de ser natural, sin dejar de ser él mismo. Así se lo ve, así se muestra,
así es. El hombre más rápido de la historia en pista, el único e irrepetible. El que obtuvo los 9 oros en los que participó en los últimos tres Juegos Olímpicos.
