Las leoncitas se impusieron por 2 a 0 frente a Estados Unidos y jugarán por el quinto puesto del Mundial junior. Ahora jugarán el martes contra el ganador de Sudáfrica-Corea del Sur.
(Fuente: CAH)
De alguna manera había que lograr la victoria. Aquí, tal vez, no importaba el cómo porque el dolor había sido muy grande tras la derrota frente a Alemania que había quitado el sueño de coronarse en el Mundial junior. Hubo que crecer de golpe para salir a la cancha con una actitud renovada y ratificar la historia de una camiseta con muchos logros detrás. Por eso fue tan relevante el resultado. Y aunque el 2 a 0 frente a Estados Unidos no haya llegado cargado de un hockey estupendo, lo fundamental es que las Leoncitas ganaron y que el martes a las 6.15 jugarán por el quinto puesto para terminar lo más arriba que se pueda.
Hubo mucho trabajo para el staff liderado por Fernando Ferrara tras esa goleada sufrida ante las alemanas. Lo más difícil fue tratar de convencer a las chicas que la etapa junior es apenas un escalón que hay que subir para llegar a lo más importante. Por eso, si bien no hubo tiempo para preparar de la mejor manera el encuentro ante Estados Unidos, la clave fue la actitud que mostraron las chicas argentinas para tratar de ganar. Y así lo hicieron.
Fue un partido en el que las Leoncitas debieron jugar contra un adversario y contra ellas mismas. Y al final pudieron celebrar. No sin antes esforzarse frente a un rival que también traía una idéntica frustración en realidad, más allá de que Estados Unidos no tenga en el hockey las mismas responsabilidades de Argentina, bicampeón de la categoría tras sus consagraciones en Terrasa 1993 y Santiago 2016.
Argentina golpeó dos veces y eso le alcanzó para ganar. Lo hizo a los 22 minutos tras un corner corto definido por Juliana Guggini y a los 20 del complemento por intermedio de Victoria Manuele. Ese 2 a 0 fue celebrado al final, es cierto. Aunque el dolor por no haber llegado a las semifinales del Mundial por tercera vez en nueve ediciones del torneo (las otras fueron en Ottawa 1989, en el primer Mundial junior, y en Santiago 2005) todavía sea una herida que no puede cerrarse.