Pasaron casi dos semanas de la finalización de los Juegos Panamericanos Toronto 2015 y creemos que ahora se puede realizar un análisis más equilibrado, sin dejarse llevar por la alegría eufórica de un triunfo o por la bronca o desazón de una derrota.
En la previa se sabía que las condiciones en las que llegaba la delegación argentina eran distintas de las últimas competiciones porque, a diferencia de los anteriores, nuestro país cuenta con una estructura económico-organizativa (Enard) que financia la preparación de los deportistas y solventa la dedicación de atletas y entrenadores, mediante la recaudación del impuesto a la telefonía celular (1% del consumo de clientes) y que se trató de cerca de 352 millones de pesos para estos Juegos, cubriendo así por primera vez un período completo antes de esta clase de eventos.
Si bien para los Juegos de Guadalajara 2011 el Enard ya existía, sólo había acompañado en poco más de un año (15 meses para ser más exactos) previos a la competencia con un presupuesto 105 millones de pesos que fueron destinados a la preparación y a la capacitación tanto de atletas como de entrenadores.
Pero la problemática -con su consecuente análisis- no pasa sólo por el aspecto económico, el talento innato o adquirido de deportistas y entrenadores, sino también por dirigentes que puedan y sepan acompañar el avance, crecimiento y desarrollo que se quiere lograr y una clara política real que nos ayude a pasar de un «país que practica deportes» a un «país deportivo», si es que éste fuera uno de los objetivos que se buscan entre nuestros numerosos y postergados anhelos nacionales.
Porque cuando se entró en comparaciones con otros países (como fue la «liviana carrera» que se hizo con Colombia en la previa del viaje), se hace sólo teniendo en cuenta cuestiones numéricas de medallas y de dinero invertido, pero no se hizo analizando el contexto que deriva de un cambio más profundo que realizó el país cafetero pasando a invertir los fondos públicos para un verdadero desarrollo nacional de una política deportiva en todos los estratos sociales de su país (como históricamente lo hicieron y lo mantienen Brasil y, con otros criterios políticos, Cuba).
Por otro andarivel va el planteo de convertir la Secretaría de Deportes de la Nación en un Ministerio dado que eso tampoco asegura un cambio o una profundización en la orientación tomada. Sólo sí se asegura una estructura más grande con una lógica mayor partida presupuestaria, pero conociendo el descrédito que en nuestro país tiene una parte de los dirigentes políticos, posiblemente no sea aconsejable que se produzca este cambio en este tiempo por la desconfianza que generaría el manejo de los fondos.
En cambio sí deberíamos -con la estructura que fuera- promover mucho más el desarrollo del deporte social, teniendo en cuenta que ya se ha incrementado lo que se realizaba hace unos años sin que ésto haya sido producto de la «inyección de fondos que hace el Enard» sino fruto de una decisión política general.
La ecuación es un poco más sencilla de lo que se piensa, «si muchas más personas hacen más deportes, seguramente la competencia será mayor y llegarán varios más en mejores condiciones de preparación y eso subirá el lógico nivel», se escuchó decir a algunos dirigentes colombianos que acompañaron a la exitosa delegación que alcanzó un resonante quinto puesto en la tabla general.
Igualmente si bien fue muy bueno lo de ellos, lo nuestro tuvo y tiene grandes méritos. Porque, aunque no hayamos alcanzado las 83 medallas que sí se ganaron en México 1955 (siendo la mejor marca que tuvimos en Juegos fuera del país), quedamos a sólo una por debajo de Guadalajara 2011 (donde se consiguieron 75 podios contra 74 de esta vez dado que se nos descontó una en sanción por doping). Tampoco podemos quedarnos con este número dado que a los 15 oros de Toronto hay que sumarle las 29 platas, lo que nos hace pensar que nuestros representantes participaron de 44 definiciones y eso no es un dato menor y mucho más teniendo en cuenta que la mayor parte de nuestra delegación era debutante en un Panamericano.
Buscamos poner el acento en algunas cuestiones y no puntualizar en el tema de los deportes y disciplinas que se seleccionaron para esta competencia porque si ODEPA no incluyó Paleta (que en Guadalajara nos aportó 4 oros), podemos también afirmar que de haber tenido injerencia en la decisión, los argentinos hubiéramos sumado no sólo Paleta sino Polo (donde somos líderes mundiales) y Pato, por nombrar tan solo dos.
Tampoco se quiere separar nuestra cosecha de premios diferenciando las que se consiguieron en deportes que son olímpicos y aquellas que obtuvimos en actividades que no tendrán expresión alguna en Río 2016 porque no son consideradas o elegidas como olímpicas.
Por encima de lo analizado, hay que destacar a numerosos representantes que, con medalla o sin ella, han tenido una gran actuación en estos Juegos. Por supuesto todos quienes se han subido al podio (en la posición que fuera) son dignos de ser destacados y aquí podemos mencionar al voley masculino y ese oro conseguido frente a Brasil (20 años atrás, en Mar del Plata 95, se había obtenido el único título albiceleste en Panamericanos), la emoción de las Guerreras Gallay y Klug en el Beach Voley, Los Leones, Los Gladiadores y las chicas de La Garra en el efusivo handball, Gabrich y Chiaraviglio, Martromarino y Lucas Guzmán, el futuro de Fernanda Russo y de Santiago Grassi, el equipo de Equitación, el Racquetball de Vargas y Guillemette, el esquí de Javier Julio, los tiros de Amelia Fournel, Melisa Gil y Fernando Borello, Murillo y Rosso y otros tantos en Remo, Ezequiel Di Giacomo y Rubén Voisard Rezola en canotaje, Julián Pinzas, entre otros tantos que demostraron con fuerza y capacidad que la preparación rinde sus frutos. Pero también hay que tener en cuenta a otros deportistas y entrenadores que han entrado en la consideración por su esfuerzo, dedicación y performance y que, sin haber podido colgarse una «distinción», fueron igualmente dignos de aplausos y felicitaciones.
Algunas son confirmaciones y otras promesas, éstos últimos serán quienes requerirán que se los apoye en forma específica para que puedan ver coronada las expectativas que despiertan sus actuaciones. En cambio los primeros buscarán se mantenga y/o incremente la ayuda que hasta ahora reciben.
Pasaron los Juegos de Toronto y comienza el año olímpico que llegará hasta Río de Janeiro donde nuestros deportistas escribirán una nueva página pero eso pertenecerá a un próximo nuevo capítulo de la historia del deporte argentino.