Estaba en casa, frente al televisor para llevar el comentario del hockey masculino cuando dice el locutor: «Ahora vamos unos momentos a ver los 100 metros con Michael Phelps».
Después pasó lo mismo con el handball, con el básquet en todos los deportes.
La omnipresencia del nadador americano se percibe en las transmisiones televisivas seguramente más que para los que están en los estadios.
El estar en los estadios crea un microclima para el espectador que no permite percibir esa presencia semipermanente de Phelps en las transmisiones.
Encima el tipo corre todo lo que hay mariposa, pecho, espalda, crawl (o crol) le falta estilo perrito nada más y gana.
Así que la tele pasan los 100, los 200, la posta hasta cuando se baña en la casa.
Pasan las carreras, las clasificaciones, las semifinales, las finales. Aparece en las transmisiones más veces que Bonadeo.
Casi sugeriría que en vez de los cinco anillos pongan una foto de la cara de Phelps para indicar que se trata de los Juegos Olímpicos.
A esta altura ni Bolt podría hacerle sombra al norteamericano.
En una de las jornadas, ganó una de las 23 de oro que lleva acumuladas, escuchó el himno se sacó fotos y salió corriendo.
Se le estará enfriando la cena habrá pensado alguno, pero no salió corriendo hasta ahí nomás al vestuario para cambiarse…¡Porque tenía que volver rápido para correr una semifinal!
Mañana voy a poner a tele para ver cuando es la próxima carrera. Seguro que en Buenos Días Michel, en Telephelps o en Todo Noticias de Phelps algo ponen.