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YOG BA 2018: EL LEGADO DE BUENOS AIRES 2018

La llama olímpica que brillaba en el Parque Roca se extinguió, dando así el final oficial de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Pero Buenos Aires 2018 deja mucho más que una buena organización, un excelente desempeño deportivo y el sueño de algún día poder ser anfitriona de los Juegos: Deja un legado que hay que aprovechar para que los mismos atletas que brillaron en casa, puedan hacerlo en Tokio 2020 o en Paris 2024.

Por Ezequiel P. Pernica (Agencia Veiem 360) para Deporte Argentino Plus; Foto: COA

No todo lo que reluce es oro. O plata. O bronce. El legado de Buenos Aires 2018 es mucho más grande que el vil metal. Más allá de los elogios a nivel mundial y por parte del Comité Olímpico Internacional (COI) en la voz de su máximo referente, Thomas Bach, esto recién comienza para Argentina.
Como reza el lema de los Juegos de la Juventud «Feel the future» («siente el futuro»), el certamen se trata de eso: Comenzar a iluminar a los futuros deportistas con la llama del fuego olímpico y poder experimentar, en plena camino a la madurez, la experiencia de representar a su país a nivel olímpico.
Buenos Aires 2018 fue un éxito en casi todos los aspectos. A nivel organizacional, logró desarrollar infraestructura redituable y reutilizable, a la altura de las demandas que el COI exige a nivel de un evento de estas características. El público superó las expectativas con más de un millón y medio de espectadores que visitaron los cinco parques olímpicos y las sedes independientes. Y los deportistas tampoco lo hicieron, liderando el medallero, dando alegrías a nivel deportivo y respondiendo ante el cariño y apoyo de la gente.

Gerardo Werthein, Presidente del Comité organizador expresó que  “Quiero rescatar la actuación histórica de nuestros jóvenes atletas. Ellos se convirtieron en un ejemplo para todos los chicos del país. Con este proyecto, agrandamos la base de la pirámide y dejamos un legado en ese sentido”. Y agregó que «esto es producto de la unión, de respetar un proyecto y trabajar sin descanso. Tengo que agradecerle a mucha gente. Todos han dado una demostración de que somos capaces de lograr cosas increíbles”.

¿Cuál es el siguiente camino?
Muy lejos está el nivel de unos Juegos de la Juventud que unos Juegos Olímpicos tradicionales. A nivel infraestructura, Argentina necesitaría una inversión mucho más grande para consolidar la ilusión de albergar a la máxima fiesta deportiva a nivel mundial. Y más aún, necesitaría ser muy inteligente para administrar muy bien los espacios deportivos de los cuales ya dispone. No sólo los utilizados en estos días (que necesitarían ser potenciados), sino también los escenarios como el Parque Mary Terán de Weiss, el Luna Park o algunos de los estadios de fútbol más aptos para no generar más déficit del que debería, como así lo demanda el COI.

En esta edición, los parques se han visto excedidos de capacidad, lo cual demostró una amplio interés por parte del público para poder estar lo más cerca de la experiencia que puede ofrecer el olimpismo, pero sería necio creer que con lo logrado se puede ser sede. Argentina alcanzó y cumplió con los estándares en todos los aspectos, pero queda mucho trayecto para lograr que la flama vuelva a viajar desde Atenas a nivel superior.

Thomas Bach y todo el COI creen que Buenos Aires puede ser sede y sin duda es posible. Pero para ello queda muchas cosas por mejorar. En primer lugar no dormirse en los laureles. No quedarse con el éxito logrado a esta instancia y apuntar a más. Mejorar las condiciones de todos aquellos deportistas que se han esforzado por dejar bien parada a su nación.

Sorprendió que las ‘Kamikazes’, las chicas del beach handball y el furor de estos Juegos, no tengan donde entrenar, o que el equipo mismo se encargue de conseguir las indumentarias. Parece mentira que estas cosas sigan sucediendo cuando hace diez años, Paula Pareto (judoka medallista en Beijing y Río) saltaba a la fama y explicaba la precariedad de las condiciones en las que entrenaba luego de subir al podio en los Juegos de la capital china. Diez años, y muy poco ha cambiado.

Un deportista debe superarse a sí  mismo. No a las inclemencias de la falta de materiales o infraestructura que deben aportar las propias federaciones. Pero gracias a las instalaciones desarrolladas para Buenos Aires 2018, los atletas podrán gozar de un escenario más a la altura de cara a lo que viene. Sin embargo no será suficiente, el Comité Olimpico Argentino (COA) y la clase política deberá acompañar como corresponde a estos atletas para que puedan representar a nuestro país de una manera digna, sin preocuparse más que por superarse a sí mismos.
¿Y Quién sabe? Quizás la llama olímpica iluminó el verdadero potencial de una patria disminuida debido a sus crisis políticas, económicas y sociales y terminó por enseñar a los argentinos el verdadero potencial a través de sus más jóvenes atletas. Los mismos que han demostrado que hay futuro. ¿Y por qué no? Quizá la antorcha decida volver.

El futuro está aquí

Uno de los puntos más positivos ha sido el paso de las distintas escuelas por las sedes. No sólo para poder ver las competencias, sino para tener acceso a la iniciación deportiva. Cada escuela pudo acceder a una clase y práctica sobre deportes que habitualmente no suele enseñarse en las escuelas.  Desde la esgrima hasta el canotaje. Desde la jabalina hasta el judo. Quizá los muchos niños que han pasado por las demostraciones de iniciación deportiva sueñen con ser Paula Pareto en vez de Lionel Messi. Llorar en un podio como lo hizo Delfina Pignatello luego de dejar a vida en el agua en vez de querer ser Maradona. Sebastián Chrismanich en lugar de Carlos Tévez. Alcanzar la cima del podio en hockey, handball, remo o atletismo en lugar de conquistar la Libertadores.

Quizá la verdadera herencia de esto juegos sea el fin de la hegemonía casi absoluta del fútbol sobre el público deportivo para comenzar a dar más atención a los otros deportes que pueden ser tan apasionantes como el fútbol. Por casi dos semanas, los argentinos se volcaron de lleno con las ‘Leoncitas’, gritaron cada try de los ‘Pumitas’ lloraron con Pignatello mientras evocaba a su abuela y se volcaron al furor de las ‘Kamikazes’ en el balonmano dejando de lado al reinante monarca del deporte argentino casi en el ostracismo.
Quizá ese niño o niña que tuvo contacto con una sable sueñe con participar de una olimpiada representando a la Argentina con la esgrima. O en el Atletismo. O en el Taekwondo. O en Lucha. O en Gimnasia rítmica o artística. Esto es Argentina y el fútbol siempre tendrán el primer lugar. Pero quizá haya que dejar de prestar demasiada atención al esférico del verde césped para cambiarlo por la guinda, la raqueta, el palo, el sable, el martillo, la garrocha, el judogui o las barras paralelas.
Por casi dos semanas hemos contemplado el futuro del deporte. Y nos hemos dado cuenta de cuán prometedor es. Comencemos entonces a pulir estos diamantes en bruto como realmente se merecen. Solo así, Argentina podrá estar a la altura de organizar unos Juegos Olímpicos en su plenitud y de mejorar a nivel deportivo cada cuatro años. Sino, de nada habrá servido su esfuerzo y estos juegos que de tanto orgullo nos han llenado.