La mendocina cuenta todo lo que hizo para ser autorizada a viajar y lo que sintió al empezar a entrenarse en el Cenard. «La Selección me genera una sensación que no me la da nada en el mundo”, admite.
(Fuente: CABB – cronista: Julián Mozo)
Federica Del Bosco está dónde y cómo quiere estar: con la ropa albiceleste puesta, con una pelota en la mano y entrenando en el Cenard junto a sus amadas compañeras de Selección. La felicidad se nota en su sonrisa y en cada palabra. Se encuentra en su lugar en el mundo, sin importar lo que le haya costado llegar hasta ahí. “Yo piso la cancha con esta camiseta y me olvido de todo”, asegura esta jugadora de 1m77 y 17 años que protagonizó todo un periplo para poder cumplir su ilusión de estar entrenándose con parte de la preselección U18 –el primer seleccionado nacional en volver a practicar- que se prepara para el Premundial que se disputará entre el 6 y 12 de diciembre en Colombia. “Cuando se planteó la posibilidad de empezar a practicar en el Cenard se me puso en la cabeza estar presente, dije ‘yo voy o voy, sí o sí…’, aunque sabía que en principio era para las chicas de Buenos Aires. Costó pero lo logré y ahora lo disfruto porque, para mí, la Selección es todo. Un sentimiento especial, una sensación que no me da nada, ninguna otra camiseta”, le admite la alera a Prensa CABB con una contagiosa emoción que acompaña a sus testimonios.
Para ella todo comenzó hace 10 días con averiguaciones en Mendoza sobre las chances de salir de la provincia y llegar a Buenos Aires. “Empezamos a buscar alternativas, combinaciones de transportes y el tema autorizaciones. En Mendoza me decían que era imposible y acá lo mismo, que era sólo para las chicas preseleccionadas del AMBA. Pero yo nunca me rendí y lo pude lograr. Como yo de acá me voy a Europa, en unas semanas, y tenía ya el pasaje sacado, pude usar eso y conseguí la autorización. Mis padres me preguntaron si estaba segura, porque de acá viajo a Italia y ya no los veía más, pero yo les dije que sí. Me autorizaron un miércoles y el jueves me tomé un taxi para llegar rápido. Fue de un día para otro no lo dude ni un segundo, volver a entrenar y que sea con la Selección, es algo inexplicable. Lo extrañaba mucho y por suerte, gracias a toda la gestión de la CABB, pudimos volver a entrenarnos juntas”, relata Federica.
Ella lo describe como “una osadía”, pero cuenta que todo salió como lo había imaginado. “Cuando pisé la cancha me olvidé de todo, las gestiones, los trámites, el cansancio del viaje, todo… Tal vez no estoy en la mejor forma física, pero tampoco lo noté. Es tan grande mi felicidad que me cuesta explicarla. Estoy muy emocionada con todo lo que me está pasando”, reconoce. También incide el reencuentro con las chicas, que asegura son más amigas que compañeras. “El deporte me ha dejado mis mejores amigas y la Selección es algo especial en ese sentido. Con esta camada venimos juntas desde hace cuatro años y cada reencuentro es muy especial, emotivo. No tengo dudas de que el 50% de lo que somos como equipo es por el grupo que formamos afuera de la cancha”, cuenta una de las tantas integrantes de la categoría 2003 que tiene esta preselección U18, dando casi un año de ventaja.
Del Bosco aprovecha cada día en Buenos Aires para potenciar su presente y, obviamente, el futuro. Como volverá a Italia, para continuar su carrera, por las mañanas estudia italiano y, desde las 13, se entrena con la Selección hasta las 16.30. “Todas estas prácticas me vendrán muy bien para llegar mejor cuando se sume al equipo. Allá están más adelantadas y esto me servirá un montón”, explica. Fede, que la temporada pasada jugó en el equipo de Campobasso, está a punto de firmar con un equipo de la segunda división italiana para completar su segundo año de juveniles –requisito para luego dar un salto mayor- y, además, poder jugar en la Primera al ser la segunda categoría. “Estoy esperando la confirmación de qué club será. Ya tengo las valijas listas, aunque espero que se demore un poco más, así puedo seguir disfrutando estos momentos con mis compañeras y mi querida Selección”, cierra con las manos en forma de rezo.