Fútbol: «LA CONVICCIÓN PUEDE SER CAPRICHO», LA COLUMNA DEL PROFESOR HUGO TAJES

(Por Hugo Tajes)

Es algo que debe haber nacido con el fútbol mismo. Cuando
los entrenadores de La Selección de Fútbol hacen sus elecciones, parte del
público critica la postura del seleccionador y muestra en algunos casos, su
disgusto con las propuestas futbolísticas.
Como siempre se dice, de fútbol todos opinan, más allá de
conocimientos, información o aptitudes para elaborar ideas. “Somos cuarenta
millones de directores técnicos” suele decirse, en tono jocoso, aunque también,
para refutar la opinión generalizada en favor de la opinión “erudita” de los
entrenadores.
Para el Mundial de Alemania 1974, el del nacimiento de la
naranja mecánica holandesa, Cap y Varacka, llevaron varios jugadores que
actuaban en Europa, supuestamente más potentes y dejaron afuera a cracks de la
altura de Tarantini, Bochini, Alonso, entre otros.
En el Mundial de Argentina 1978, Menotti optó por no
convocar a ningún jugador de Boca, dejó afuera a JJ. López, nuevamente a
Bochini y no llamó a los destacados de Europa (solamente vino Kempes).
Para España en 1982, las críticas a Menotti fueron por
mantener a jugadores como Luis Galván,
Olguín, y tácticamente por insistir con lo que llamaba “el achique”, un
movimiento por el cual la defensa se adelantaba en bloque sobre la posición de
la pelota.
Bilardo tuvo críticos haciendo fila, por el estilo de juego,
en la etapa previa a los Mundiales de México 1986 e Italia 1990. Las figuras
que no estaban en sus convocatorias eran Bochini y Ramón Díaz, aunque el Bocha
jugó 5 minutos en México.
Lo mismo aconteció con Basile, Bielsa (Batistuta y Crespo no
jugaban juntos ni cuando el equipo lo necesitaba), Peckerman (Messi se quedó mirando el partido con Alemania desde el
banco), y ni que hablar del ciclo de Maradona, con convocatorias insólitas y
dispositivos tácticos que hacían dudar de si era la persona que había descollado como jugador.
Sabella no llevó a Tévez al Mundial de Brasil 2014 y ahora
Martino lo pone de 9, puesto en el que hace años no juega en sus equipos.
La reflexión tiene que ver con  el concepto vertido al principio: cuando los
entrenadores exageran su capacidad de tener un mayor conocimiento de jugadores,
juego y tácticas, crean una coraza en la
que se aíslan y se regodean sólo con sus propias ideas.
Ellos, tan convencidos de su visión superior, terminan
haciendo de la verdad un patrimonio personal, alejado de la realidad que a cada
rato los golpea, cuando sus decisiones pasan de estar sustentadas por férreas
convicciones para pasar a encaramarse en caprichos
ocultos en ciertas frases: “Yo me mantengo en mi idea y no cambio, puedo variar
movimientos pero no el formato, ahora no me entienden pero ya me van a dar la
razón” y cosas similares. 
Priorizan la idea única y personal, dejando de lado,
lamentablemente, la actitud de incorporar opiniones, modificaciones, puntos de
vista del otro que, sin dudas, sirven para enriquecer la visión propia en
cualquier aspecto de la vida.