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En la final de single de caballeros de los Juegos Olímpicos se enfrentaron el escocés Andy Murray y el argentino Juan Martín del Potro.
Luego de cuatro horas y dos minutos de duración, Murray le ganó a Del Potro po
r 7-5, 4-6, 6-2 y 7-5, y se quedó con la medalla de Oro, dejando a Juan Martín del Potro con la de Plata.
El partido no se entiende sino se comienza hablando de Murray. El británico devuelve todo y siempre encuentra el golpe justo.
Así fue el partido hasta el cuarto set en el que los dos comenzaron a tener errores propios del cansancio, luego de tantas horas de juego.
El cansancio no sólo es fruto de la sumatoria de tiempo sino de encontrarse con un rival que llega siempre y obliga a un esfuerzo más.
Eso le pasó a los dos jugadores, porque constantemente se encontraban con que había que trabajar cada punto.
Desde el aspecto táctico pareció que Murray entendió mejor por donde jugarlo y eso le posibilitó estirar la diferencia.
Para Del Potro fue una medalla casi milagrosa, por el esfuerzo evidenciado en cada momento de sus partidos.
Sin embargo, a pesar del resultado, debe entenderse que sin duda es un momento de festejo para el deporte argentino.
