(ENVIADOS ESPECIALES para Deporte Argentino Plus y Noti-Amateur ; @deporteargplus ; fotos: Deporte Argentino Plus)
Tendríamos que comentar un partido de básquet, pero difícil es cuando las palabras molestan porque la emoción supera lo que uno pueda decir. El resultado final termina siendo una anécdota porque Estados Unidos venció a Argentina por 105-78 en la instancia de cuartos de final de Río 2016.
En el inicio la esperanza le dio lugar a la ilusión porque los nacionales establecieron una ventaja de 19-9 y sorprendía el andar aunque todos sabíamos que el rival iba a mostrar otras cosas en su juego y así lo hicieron para igualar en 21. A partir de allí Estados Unidos se despegó y Argentina nunca pudo volver a la paridad en el encuentro. Por momentos la gran actitud albiceleste ayudó para establecer buenos parciales que lo acercaron el marcador pero el ida y vuelta planteado favorecía más a los yanquis que llegaron a tener un parcial de 40-8 y, a pesar de una buena respuesta argentina para achicar la diferencia establecida, el segundo cuarto finalizó 56-40.
Comenzado el tercer cuarto, Durant y sus compañeros estiraron la ventaja 64-45 y el final de la etapa nos encontró con el 87-61 a favor de los norteamericanos.
El último cuarto escondía la sabida emoción de saber el final del partido y de algunos jugadores defendiendo esta camiseta. Por eso pa
reció lógico que faltando unos minutos para la chicharra de finalización del partido, el entrenador Sergio Hernández enviara a cancha a Emanuel Ginóbili, Andrés Nocioni, Carlos Delfino y Luis Scola, junto con Roberto Acuña, para que disfrutaran y nos hicieran disfrutar de su dignidad deportiva.
Los cánticos y aplausos, cargados de emoción, mostraron el final distinto de un partido en el que el rival fue mejor y pasó a las semifinales pero donde ese mismo rival rindió también el merecido homenaje a Ginóbili y sus muchachos a quienes saludaron con respeto y admiración.
Justamente un Juego Olímpico marca el final de una GENERACIÓN DORADA HISTÓRICA que en más de una oportunidad postergó al propio poderío yanqui. Estos cerca de 30 muchachos -como dijo Manu Ginóbili luego del partido- fueron junto al equipo campeón del mundo de 1950, lo mejor que le ha regalado este deporte a nuestro país. Fue el último partido con la celeste y blanca en la cancha de algunos jugadores pero la eterna gloria seguirá por siempre.
GRACIAS GENERACIÓN DORADA
ESTADÍSTICAS DEL PARTIDO