Argentina enfrentó a Francia con más corazón que fútbol. Un enorme Mbappé liquidó un partido qué, al menos en el resultado, había sido muy parejo. Lo cierto es que Francia lastimó cada vez que pudo, dejando en evidencia la endeble defensa argentina. Esta vez no hubo milagro.
Por Ezequiel P. Pernica (Agencia VEIEM 360) para Deporte Argentino Plus
Si cada vez se le pide un milagro a Messi, hay algo que está muy mal… y desde hace rato. La victoria agonica ante Nigeria maquilló lo que hubiese sido un fracaso vergonzoso en la aventura denominada Rusia 2018 y en cambio, se cayó con dignidad y garra ante una Francia mucho más superior.
Y lo anticipó el crack del Paris Saint – Germain, con esa corrida mortal que finalizó en el agarrón de Marcos Rojo como fruto de la desesperación. El planteo de Samapoli no funcionó, ya desde los primeros minutos. Se aguardaba una Francia que apostara el dominio del balón, y con Pavón y Di María por los costados para salir rápido de contra con Messi como «falso 9». Finalmente fue lo opuesto, Mbappé puso en eviencia a la defena albiceleste cada vez que pudo y comenzó haciendolo a los 12′ cuando el segundo marcador central le cometió falta en el área. Griezmann intercambió penal por gol.
Argentina empezaba de la peor manera posible, no solamente condicionado por la tarjeta amarilla de Rojo, sino también por el resultado, porque para esta Selección de Sampaoli la adversidad le resulta casi irremontable. No obstante, y con más corazón que fútbol fue a por el empate con una Francia agazapada que esperaba para dar el zarpazo. Pero los milagros, como ocurrió con el segundo gol ante Nigeria, muchas veces ocurren cuando se los busca: Di María no había podido gravitar en ataque hasta que pegó la diagonal desde la izquierda y sacó un remate al ángulo imposible para Lloris casi a los 41′. Argentina se marchaba al vestuario con la esperanza de que se podía en un partido sin peso en el área gracias al plan del «falso 9» que seguía sin funcionar.
Mbappé liquida a la Selección
La segunda parte amaneció con Federico Fazio en lugar del condicionado Marcos Rojo debido a la amonestación prematura y con una sorpresa inesperada: Cuando se aguardaba a por un intercambio de golpes luego del empate, Argentina golpeó primero con un disparo de Messi que Gabriel Mercado logró desviar para desequilibrar a Lloris. 2-1 para Argentina y un regalo del destino que premiaba ese mérito de ir a buscar el partido. Sin embargo, Pavard llegaría desde el lateral derecho con un remate mordido en el vértice del área grande gracias a un cambio de frente de Lucas Hernández por la banda izquierda que no pudo despejar Tagliafico. 2-2 y las cosas estában como al principio.
El resto sería todo para Kilyan Mbappé para llevarse el rótulo de la figura de la tarde. Lucas Hernández volvió a desbordar y centró al corazón del área, el número 10 galo remató incómodo, rebotó en Fazio que no pudo despejar y la joya del equipo parisino no desaprovechó la oportunidad.
Regateó a Fazio y remató al medio del arco. Armani no pudo detener el disparo y no pudo salvar a la Selección como lo hizo ante Nigeria.
Cuatro minutos mas tarde, Matuidi recuperaba el balón y daba un pase en profundidad para Giroud quien escondió el balón y asistió a la figura del partido que definió con velocidad, potencia y puntería. Casi bestial.
Con Argentina golpeada, Agüero y Meza saltaban al verde para forzar el empate, casi milagroso a esa altura del partido y el atacante del Manchester City logró el descuento final tras un centro de Messi con con mucha voluntad pero sin claridad en un sistema que contrarrestó sus propias características. Ya en el final, Di María malograba un centro de Meza que iba directo a la cabeza de Fazio, ubicado como número 9 en busca de ese tan ansiado milagro que nunca llegó.
Un final digno, mucho mejor del que se podía esperar tras no presentar ninguna certeza en cada partido disputado en un mundial que pudo haber sido muy cruel con esta Selección Argentina: De dar vergüenza ante Croacia y estar al borde de la eliminación, a perder dignamente con una Francia candidata al título. Este final, es un final mucho mejor del que se esperaba.
No obstante, esto invita a una seria autocrítica. Aún más, invita a una refundación del fútbol argentino, con una Asociación de Fútbol Argentino (AFA) que ha sido tan ciclotimica en lo institucional como lo fue el equipo en lo futbolístico. Y esto no es casualidad.
Desgraciadamente, para ganar una Copa del mundo, se necesita mucho más que milagros, individualidades o goles agónicos. Un mundial se gana con una idea clara de juego y un proyecto futbolísitco a largo plazo. Argentina no tuvo ninguno de los dos.
Hubo entrega, garra y corazón, al menos en estos dos últimos partidos. Está claro que un mundial no se gana con corazón sino con fútbol. Aún, cuando se tiene al mejor jugador del mundo.