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Sección «Historias del Deporte»: A SEIS DÉCADAS DE UN GRAN TRIUNFO ARGENTINO EL IBEROAMERICANO DE ATLETISMO

PRIMERA COMPETENCIA IBEROAMERICANA

(Fuente: CADA) 

La primera edición de las competencias iberoamericanas tuvo como sede el Estadio Nacional en Santiago de Chile, entre el 11 y 16 de octubre de 1960, pocas semanas después de la culminación de los Juegos Olímpicos de Roma En aquel momento, se denominaron «Juegos Iberoamericanos» y tendrían una segunda versión dos años más tarde, en el estadio Vallehermoso de Madrid. A partir de allí hubo un largo intervalo y recién en 1983 (Barcelona) comenzó el ciclo que se mantiene hasta nuestros días con los Campeonatos Iberoamericanos de Atletismo.

La cita en Chile tuvo un grato sabor para el atletismo de nuestro país, ya que se llevó el título en hombres con 113 puntos, delante de España (que recién asomaba con el desarrollo atlético y reunió 104 puntos) y Brasil (103), mientras que en damas se impusieron las brasileñas con 64, un punto por delante de Chile, quedando Argentina en el tercer lugar.

El equipo nacional fue liderado por los dos atletas que marcaron aquella década: el fondista Osvaldo Suárez y el vallista Juan Carlos Dyrzka. Este recién se encontraba en la categoría juvenil, pero demostró su calidad y temple internacional al obtener los 400 metros vallas en 52s.8.

Suárez ya era una consagrado, había alcanzado la mayor popularidad con sus triunfos en la Travesía de San Silvestre (y a fines de esa temporada la ganaría por tercera vez consecutiva) y con sus múltiples récords que iban desde los 2.000 metros hasta el maratón. En los Juegos en Roma, y a pesar de una indisposición a la altura del kilómetro 30, logró el 9° puesto del maratón con récord sudamericano de 2h21m27s. Y en la semana previa al Ibero volvió a quebrar su récord sudamericano de los 5.000 metros llanos con 14m05s0 en el Estadio Anoeta, de San Sebastián, donde escoltó a una de las grandes figuras mundiales, el británico Gordon Pirie.

El despliegue de Suárez en el Ibero fue el que siempre ofrecía cuando representaba a la Selección Argentina: entrega, esfuerzo, calidad. Así lo había demostrado con su colección de títulos sudamericanos y panamericanos, o en los matches binacionales. En Santiago se llevó los 5.000 y 10 mil metros con 14m29s0 y 30m26s0 respectivamente, aventajando al español José Molins. Y también participó en el maratón (por error se corrieron 44 km) donde sumó su tercer título con 2h38m23s, delante de su compañero de equipo -y también de la aventura olímpica- el cordobés Gumersindo Gómez, quien marcó diez segundos más.

La Argentina también logró títulos en lanzamientos (Enrique Helf en bala con 16.90 y Günther Kruse en disco con 48.56). Y en damas, la santafesina Ada Brener se llevó el salto en largo con 5.55 m., mientras que Ingeborg Mello -ya a sus 41 años- volvió a consagrarse en disco con 39,34 m, delante de la local Pradelia Delgado y de Ingeborg Pfüller (subcampeona en bala). También las velocistas argentinas de aquel momento se lucieron con el 2° lugar en el relevo (48s9), detrás de las imbatibles panameñas, formando con Margarita Formeiro, Marta Buongiorno, Adra Brener y Edith Berg.

En la velocidad de los hombres se encontraban valores de primera línea internacional como el cubano Enrique Figuerola (luego subcampeón olímpico) y el brasileño José Telles da Conceicao (6° en los 200 olímpicos de Melbourne). Y también comenzaba a destacarse la generación dorada de Venezuela, que tuvo allí su gran exponente en Rafael Romero con sus triunfos en 100 y 200 (10s3, 20s8), además del relevo 4×100. Figuerola se lesionó en semifinales y no corrió la final de los 100 metros, donde el argentino Luis Vienna cumplió una de las mejores actuaciones de su campaña: medalla de bronce con 10s5, detrás de Romero y su compatriota (luego recordman mundial) Horacio Esteves. Ese Ibero también marcó la despedida de las competencias de otro de los históricos del atletismo argentino, Gerardo Bönnhoff: a sus 34 años, intervino en los 200 metros -llegó a semifinales- y aportó al relevo 4×100, que ocupó el 5° lugar.

Entre las mayores atracciones se encontraba el bicampeón olímpico y recordman mundial de salto triple, el brasileño Adhemar Ferreira da Silva, también ya cerca de su retiro. Quedó tercero en largo y venció ampliamente en triple con 15.83m, en una prueba donde el argentino Jorge Abelardo Castillo obtuvo la medalla de bronce.

Chile, como acostumbraba en cada cita de atletismo internacional, vibró con su ídolo, el mediofondista Ramón Sandoval, quien doblegó en intensos duelos al español Tomás Barris: 1m50s4 en los 800 y 3m52s4 para los 1500.

Y otra meritoria performance argentina le correspondió al marplatense Emir Martínez con la medalla de plata en el decathlon. Esa competición significó el despegue del venezolano Héctor Thomas, dominador absoluto a lo largo de esa década en nuestra región. Y Martínez aventajó por apenas 10 puntos al local -de ascendencia estonia y también olímpico- Juris Laipenieks.